Casa Zuno
La Casa Zuno, también conocida como la casa de Tezontle por la piedra volcánica que cubre sus muros externos, se encuentra ubicada entre las avenidas José Guadalupe Zuno número 2226 y Unión número 275, la arquitectura de la casa guarda valores que la convierten en parte del patrimonio cultural de la ciudad y del Estado. En 1974 José Guadalupe Zuno y su esposa Carmen Arce donaron su casa a la Universidad de Guadalajara, ese mismo año se estableció en la finca el Centro de Estudios para el Desarrollo de las Comunidades Rurales de Jalisco. Desde 1993 hasta la fecha es la sede del Archivo Histórico, unidad dependiente de la Coordinación General de Patrimonio.
Las fotografías de la época pertecen al albúm familiar y fueron tomadas por el Sr. Luis Jorge Figueroa
Información general
La construcción de la casa Zuno fue iniciada en 1923, siguiendo el proyecto del ingeniero Arnulfo Villaseñor, quien fue recomendado por Gerardo Murillo, el Dr. Atl. Antes se habían reunido un grupo de amigos de Zuno, entre ellos David Alfaro Siqueiros, Xavier Guerrero, Juan Olaguíbel y Amado de la Cueva, quienes lo instaron, en un afán nacionalista, a hacer su casa de estilo neocolonial, tendencia arquitectónica que comenzaba a despuntar en aquellos años.
Los datos de la construcción afortunadamente existen porque el propio José Guadalupe Zuno se encargó de anotarlos y hacerlos públicos en su libro Reminiscencias de una vida. Ahí nos dice que el ladrillo lo compró a Ignacio Bracamontes, y otros materiales a Eleno Islas y Manuel Molina Rojas; las viguetas de fierro a Camarena y Corcuera; a Rodrigo Camacho la madera de cedro para puertas, ventanas y muebles. Carlos Orozco Romero se encargó de los diseños para la cocina. El doctor Ramón Córdova hizo, en su fábrica de azulejos, los que requirió la casa; aunque también el señor Granada le proveyó mosaico.
El tezontle, material traído del Cerro de Tequila, se lo proporcionó el ingeniero Rafael Michel Rosales. La cantera provino de Atequiza. Intervino en la obra el ingeniero Manuel Legarreta; él y el ingeniero Villaseñor contrataron a los más destacados canteros de la ciudad. Por cierto, uno del que no se recogió su apellido y sólo sabemos que se llama Alberto, es el autor del labrado de las columnas y de los ornamentos de la fachada.
Auditorio
El auditorio José Guadalupe Zuno, en su origen era la cochera, la construcción cuyo alzado se diseñó en forma simétrica, tiene una amplia puerta de madera, flanqueada por dos anchos paramentos que en sus extremos tienen pilastras ornamentadas con tableros lisos, bases inferiores con molduras mixtilíneas, capiteles y entablamentos toscanos. En el eje axial de la fachada se eleva una cornisa mixtilínea y debajo de ella se localiza una hornacina con repisa a la que le sirve de ornamento una angosta guardamalleta.
Actualmente en éste espacio se realizan de actividades institucionales, académicas, de investigación y difusión de la cultura y la ciencia, como el Café Filosófico o Programa de Cine DOCUMENTArte, Tour de cine documental.
Notaría
El despacho del licenciado Zuno, que sobresale por su pórtico, réplica de la portada de una casa habitación del siglo XVI, que se localizaba en la antigua calle de la Alhóndiga 6 (después Pino Suárez 114), que fue comprada junto con otras casas para construir el edificio de El Informador. La portada original se rescató gracias a la donación que hicieran los dueños del diario al Museo en 1944. Actualmente es el único vestigio de la arquitectura de Guadalajara de ese siglo, y se encuentra colocada en la esquina noreste del patio principal del Museo de Guadalajara, como acceso a una de sus salas. La réplica en la casa Zuno tiene variantes mínimas. La puerta es de madera de dos alas y dos fijos, estos últimos con barrotes torneados, en éste espacio estaba la Notaria, que actualmente es un área administrtiva de las áreas de Bienes Inmuebles, extensión y difusión y almacén de la Coordinación General de Patrimonio.
Área de restauración del Archivo Histórico
Estas habitaciones tuvieron diversos usos durante el tiempo en que la familia vivió.
En una época fue el dormitorio de la hermana de Don José Guadalupe Zuno. Posteriormente fueron las habitaciones de las personas de servicio, quienes eran como de la familia.
Don José Zuno, inculcó a sus hijos, el gusto por la cacería, por lo que siempre tenían perros que apoyaban en esta actividad. Por lo cual en este espacio abierto se encontraban las perreras.
Al realizarse la donación de la Casa a la Universidad de Guadalajara, se quitaron las perreras y se hicieron las remodelaciones necesarias para los nuevos usos requeridos.
Entre los años 1974 y 1993 fueron utilizados como oficinas, almacén de papelería y enceres de limpieza.
Actualmente es el taller de restauración del Archivo Histórico.
Biblioteca José Guadalupe Zuno Hernández
La biblioteca particular del licenciado Zuno Hernández, donada con el inmueble que fuera su residencia de 1926 a 1974, es una biblioteca selecta, que se fue constituyendo a lo largo de los años. Su acervo asciende a 3,530 libros, cuyos temas principales son Arte Mexicano y Universal; Historia Regional, Nacional y Universal; Literatura (narrativa, poesía, ensayo, biografía, teatro) nacional, hispanoamericana y universal; Política, Sociología, Religión, Geografía, Enciclopedias y Diccionarios.
Algunos libros, firmados y fechados por el licenciado Zuno, datan de 1908 a 1916, años de formación académica y artística, donde se afirman lazos de amistad con los que, posteriormente, serían pintores, escritores, artistas, compositores y políticos, mismos con los que funda el Centro Bohemio.
En el acervo de la biblioteca del maestro Zuno, existe la colección Cultura, la legendaria editorial mexicana, editada por Agustín Loera y Chávez y Julio Torri, publicada en la primera década del pasado siglo XX y en su catálogo se encuentran una “selección de buenos autores antiguos y modernos”, no sólo mexicanos o hispanoamericanos, sino rusos, franceses, polacos, rumanos, etcétera.
Asimismo, la mayoría de libros están dedicados al maestro Zuno, tanto de literatura y arte, como de una gran variedad de temas, con cuyos autores el licenciado Zuno mantuvo una estrecha amistad o colaboración
Entre los tesoros bibliográficos de la Biblioteca Zuno, se encuentran, bajo resguardo en una vitrina y en buen estado, dos libros del siglo XVI: Vocabulario en lengua Mexicana y Castellana, de Fray Alonso de Molina, editado en Casa de Antonio Spinosa, en México, el año de 1571 y Monte Calvario, de don Antonio de Guevara, editado en Casa de Philipo Nutio, en México el año de 1571.
Además, el Archivo Histórico cuenta con dos colecciones bibliográficas a disposición del público en general: la Edición Universitaria y el acervo que el propio Archivo ha formado.
La Biblioteca Zuno está abierta al público en general, de lunes a viernes, de 9:00 a 16:00 horas.
Cocina Casa Zuno
Recinto de ocho metros cuarenta centímetros de largo por cuatro setenta de ancho. En el fondo, un arco de tres puntos delimita la gigantesca campana. Bajo ella hay un pretil con sus parrillas y hornillas, y el fregadero , hoy clausurado. Los muros de la cocina están recubiertos de mosaicos de diversos diseños. También sobresalen tres alacenas en las que actualmente encontramos una colección de bellas piezas de cerámica tonalteca. En la esquina noreste está situado un singular horno, así como un fregador adosado al muro norte. El piso es de mosaico rojo, colocado diagonalmente en petatillo al que se intercalan pequeños azulejos. Al centro de la amplia cocina se erige una mesa ovalada de casi tres metros de largo, recubierta con azulejos decorados. Junto a la mesa hay una escalera helicoidal que permitía bajar a la cava y al área de despensa.
Javier Huízar Zuno
La Casa de Tezontle
Monografía de la Casa Zuno
"Para jugar a las comiditas"
La cocina es el lugar más cálido de una casa y, muchas veces, resulta el sitio de mayor concurrencia. A pesar de su amplitud, la cocina es casi un juguete, ésta sí, remembranza colonial y decimonónica.
En su mayor parte recubierta de mosaicos decorados en estilo tonalteca, de San Pedro Tlaquepaque y quizá de mayólica de Sayula. Colgada de las paredes, cerámica regional de todos los tamaños, alineada en círculos y semicírculos; abundancia de diminutos trastecitos ideales para jugar a las comiditas. A la izquierda de la entrada, el fregadero, seguido de un gran horno redondo de barro, de esos en los que se cocinaban gruesas hogazas de pan, sabrosa birria o pierna de venado. En las alacenas lucen piezas de petatillo de losé Bernabé, botellones canelos del Rosario, municipio de Tonalá; de allá mismo, jarros de barro bandera y barro bruñido y loza vidriada de Guadalajara. Sin embargo, en tiempos pasados convivían ahí enseres de diversas alcurnias: peltre, cobre, aluminio. Bajo la enorme campana extractora de humos y olores, el largo pretil con hornillas en un principio de leña y electricidad y al final, de gas. Adoña Carmela le encantaba cocinar, y las que resultaron más aguzadas aprendices fueron Mayuya y Mela. En el centro una mesa ovalada de ladrillo, forrada de azulejos pintados con pájaros y flores. Ahí descansaban las carnes y las frutas, y diligentes manos picaban las verduras para el cocido, o el recaudo para los guisos. Una atmósfera similar pudo haber inspirado los bodegones del pintor tapatío Carlos Villaseñor o del poblano Agustín Arrieta. Ala mesa, así como al pretil, en 1974 se le cambiaron los mosaicos originales, desgastados por el uso, por otros de fondo blanco con pajaritos azules. Llama la atención, a un lado de la mesa, una escalera de hierro con barandal en espiral que baja a un sótano de terminados
rústicos: muros en jarrados y piso de cemento burdo. Para servicio de la cocina, ahí se guardaban en un gran mueble con cajones y
estantes, granos, latería, azúcar en cuarterones ... Tenía, además, un área pequeña para vinos.
El alma de la convivencia familiar